Razones para apostar por lo que quiero

Les llamaré razones (parece que tenga más peso así) aunque son más bien sensaciones, percepciones, «sentires» y «saberes».

Suelo tenerlas presentes, pero hoy quería escribirlas. Escribir hace que se marquen. Lo siguiente es hacer un póster con esto, imprimirlo y colgarlo en mi pequeñito estudio.

 

RAZONES para apostar por lo que QUIERO:

– La sensación de libertad que tengo como cuando por ejemplo hoy, me despierto y llueve, y me imagino el día que quiero, hoy por ejemplo más casero, y pienso en las cosas para hacer, y puedo elegir el orden de los factores: ahora editaré unas fotografías que hice ayer en Orange Tree, ahora dedicaré un tiempo a facebook, ahora escribiré en mi blog, ahora pondré esta o aquella música, ahora descansaré pues ando medio entrando en gripe, y quiero estar al cien por cien para mi paciente de esta tarde en psicoterapia…

– La sensación de paz (o la paz directamente, sin sensación) que tengo cuando me voy a dormir y me acuerdo del día, o cuando alguien me pregunta, como esta misma mañana: «cómo te va», y con todos los peros que puedan haber, sé que estoy cada vez más y mejor, caminando mi camino. No el de otros, sino el mío.

– El gustirrinin que da buscar información, o «navegar» para aprender, absorber nuevos conocimientos cuando eso en lo que navego ya no es como era antes un hobbie, sino que es dedicación.

– Lo diferente que sienta cada pequeño o gran gasto que hago, cuando lo hago en algo que ya no sólo me apasiona, sino que es mi profesión: la cámara, el ordenador, las tarjetas, la silla… sientan distinto. Y en general, el «distinto» esfuerzo que supone. Ojito, todo cuesta. Y sobretodo, aquello que vale la pena, cuesta. Las cosas importantes cuestan. Ahora, cuestan distinto. Cuestan mejor.

– El impulso que siento a la hora de dar saltos. Sé que he saltado en ocasiones. Varios de esos saltos han supuesto un reto en mayúsculas. Me lanzo a la piscina y quiero seguir haciéndolo. Ahora, que sean saltos en el camino que elijo, es fundamental para encontrar esa fuerza, ese impulso que se necesito a veces, para saltar.

– La media sonrisa (o sonrisa entera) cuando echo la vista atrás y me doy cuenta de lo que podría haber sido, y lo que es. Tan distinto. Sé que soy un suertudo, por haber confiado en el instinto. Y no en la inercia. 

– La media sonrisa (o sonrisa entera) cuando echo la vista adelante. La confianza y la intuición que siento al saber que estoy recorriendo mi camino. Es como que sé. Vamos, sé que caminándolo va a salir lo mejor de mí.

Estas, por ejemplo, se me ocurren, aquí y ahora. Ya iremos completando.

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